Empecé a recordar lo del día anterior: Mimí en su mejor humor, insistiendo en que pasáramos el fin de semana en la playa; yo cansado de trabajar, pero sobre todo cansado de discutir con Mimí. Salimos al atardecer, cruzamos puentes y barrancos sin la menor idea de la torbellino que se acercaba, de ese rugido que hizo temblar la noche, que a veces parecía un ciclón y otras una explosión atómica. Y ahora era la calma después de la tormenta, reflejos del alba en los charcos, lechuzas, y quejidos en partes del barranco. "Mimí", dije a tientas, "¿sos vos, Mimí?"
No, no era Mimí. Es increíble lo vívidas que pueden llegar a ser las imágenes mentales generadas por una botella de whisky malo. Aún varias horas después de haberla terminado. Lo que no me costaba creer, entonces, era el profundo dolor de cabeza que apenas me permitía abrir los ojos. Con un esfuerzo sobrehumano, estiré mi mano derecha en busca del reloj sobre la mesa de luz. Esta vez sí, mi mano encontró obstáculos. Así fue cómo tiré al suelo el vaso que había usado para tomarme esas horribles sales digestivas que nunca logran apagar el incendio matutino. Se hizo de dia en un segundo. No me habia percatado de que el sol estaba ya muy alto y la luz entraba con fuerza por el balcon. Observe la habitacion que se abria a mi alrededor y pense que todas las cabañas alquiladas en las montañas sufren la misma falsa rusticidad. No evite odiar a mi esposa por ello y a mi mismo por haberme dejado convencer de pasar una semana en Suiza lejos de los tiburones del directorio de la Compania. Malditos! pense pero antes de seguir maldiciendo, la habitacion se oscurecio nuevamente y la sensacion de estar vivo se volvio a convertir en un penoso letargo.
La vejiga me urgía a levantarme, el estómago se me retorcía de hambre. En unos minutos fui tomando conciencia del mundo que me rodeaba, y ¡pensé! Digo "pensé" en el sentido de hacerlo coherentemente, porque hasta ese momento mi mente había vagado entre fantasía y realidad, mezclando ambas. Súbitamente abrí los ojos y tomé una decisión trascendental: ir al baño. Por suerte los amenazantes fantasmas del minuto anterior no insistieron. Cumplido el rito mingitorio me di la ducha habitual, reflexionando -como siempre- en su costo ambiental y en su relación costo/beneficio. Agarré la toalla y me la puse alrededor de la cintura, o dónde solía estar ésta. Mientras me afeitaba intenté discriminar la fantasía y la realidad de mi reciente duermevela. En la segunda se encontraban los barrancos y playas Suizas (nunca fui muy bueno en geografía), el huracán, y las lechuzas, ¡ah!, y la "Compañía". Excepto esta última las otras se podrían facilmente atribuir al zapping previo a dormirme. Discovery Channel, Travel Channel, Disney Channel... ¿Pero la "Compañía"? ¡Ayuda,Dr. Freud! El whisky, por su parte, era real, y Mimí, lamentablemente, también, aunque aparecía en la fantasía en forma de lechuza. La discusión sobre qué hacer esas vacaciones había empezado el invierno pasado, y para la primavera había alcanzado dimensiones de epopeya griega. Pero yo cedí, como siempre, y al final mezclamos placer y trabajo, mis secretos negocios en Génova y escapadas de fin de semana a las montañas del Jura. Y ahora estábamos en Lausanne, en la playa del Lago Léman, y me estaba vistiendo en esa cabaña alquilada como si nadahubiera
pasado. Y ahí estaba Mimí en la cama, desperezándose y dándome los buenos días.
--¿Lista para el desayuno?, le pregunté.
--¿Ya pasó la tormenta?
Los otros turistas ya estarían, a esta hora, marcando records olímpicos de caminata matinal o de menor cantidad de japoneses en una foto panorámica. O en esa maldita excursión a Evian para ver como es posible crear una multinacional embotellando agua sin producir ningún valor agregado. No es que no me resultara algo digno de verse, pero la sola idea de subirme a una lancha y cruzar el lago para asistir al espectáculo me provocaba nauseas.
Por lo pronto había que apurarse. Llegar tarde al comedor para tomar el desayuno haría desaparecer la pizca buen humor con la que todavía contaba. Sin duda la tormenta habia pasado pero una suave brisa otoñal se dejaba sentir con fuerza.
Mimi se duchaba y aproveche para sacar el telefono movil escondido de uno de los bolsillos de mi maleta. Me pare estrategicamente alejado y en angulo a la puerta del baño no solo para no ser escuchado sino para tener algunos segundos para esconder el movil cuando se abriera nlas puertas. Presione el marcador automatico sin dejar de mirar hacia el baño y una gruesa voz retumbo por el auricular.
- señor!
- Todo listo, Dimitri?
- Si, señor
- Transfiere todo a la cuenta 3567489599223/23 del Banco de Nicosia, Chipre.."
2 comentarios:
La verdad que si, es mucho mas original que muchos guiones de Hollywood...
Me gustó mucho realmente, es genial lo que se puede hacer entre muchas personas, salio algo muy bueno.
Saludos!
JEJEJE ... Muy original, te lleva y te trae en violentos jalones...me gustó
Saludos
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